jueves, 26 de julio de 2012

Nuredduna

Por María Esperanza Rigo

Estatua en el Paseo Marítimo de Palma
Foto: ikoukladethelei.blogspot.com
"Per un batec de l´ànsia amd qué ton cor expira daríem les centúries de calma que tenim" (Por un latido del ansia con que tu corazón expira daríamos las centurias de calma que tenemos).
Al abrigo de estas palabras, pronunciadas por las piedras que habitan las cuevas de Artá y mudos testigos de la historia que a continuación comentamos, muere la protagonista de uno de los relatos menos conocidos de la cultura balear y, sin embargo, uno de los más hermosos: "La deixa del geni grec" (El legado del genio griego), poema que forma parte importante del libro "Tradicions i Fantasies" (Tradiciones y Fantasías).
Nuredduna, la sibil.la creada por Miquel Costa i LLobera en el año 1900 y habitante del poblado de Ses Païsses (Artá), agoniza tras ser lapidada por su propio pueblo, acusada de ayudar a escapar al griego Melesigeni, cuyo destino previsto era el de ser sacrificado en honor a los dioses junto a sus otros compañeros, prisioneros, como él, de la tribu a la que pertenece la joven.
Nuredduna se arrastra malherida hasta las cuevas en que ocultó a su amado, aquel que un día llegó a bordo de un barco hasta las costas de su poblado, aquel cuyo lenguaje no comprendía y que, inexplicablemente, entendía a la perfección cuando éste hacía sonar su lira. Y así muere la joven sacerdotisa, abrazada a la lira de su amante mientras éste, que ha conseguido llegar hasta el barco que un día le trajo hasta ella, regresa al poblado con la esperanza de rescatarla, arrasando en su camino todo lo que encuentra.
Con este poema Miquel Costa i Llobera consiguió hacerse con la Englantina d´Or (premio a la mejor composición poética de tema patriótico, hechos históricos o tradicionales de Cataluña) de los Jocs Florals de Barcelona de 1902, y el mismo autor nos explica el origen del nombre que tan enraizado está en la cultura mallorquina. Costa i Llobera nos cuenta que formó el nombre a partir de la palabra Nur, que en lenguas antiguas significa fuego, motivo por el cual los fenicios denominaron Nura a la isla de Menroca, isla en la que, como en todas las del archipiélago balear, abundan los talaiots, monumentos que curiosamente en Cerdeña todavía se denominan nuraghe. Así Nuredduna se convierte en una personificación del fuego sagrado, elemento común de la mayoría de culturas primitivas del Mediterráneo.
El hecho de que esté dotada de capacidades proféticas es el personal homenaje que hace el autor a la isla de Mallorca, ya que evoca claramente a la figura de la Sibil.la. Otro simbolismo importante que encontramos en este bello escrito es la lira del protagonista masculino de la historia, Melesigeni, ya que evoca al espíritu de la civilización griega, indiscutible germen de la cultura occidental, simbolizando él mismo la personificación de Homero de joven. Mallorca es el resultado de la síntesis de lo uno y de lo otro.
En 1947, de la mano del escritor Miquel Forteza, y del compositor Antoni Massana, Nuredduna se convirtió en ópera, y en el año 1975 en obra escultórica realizada por Remigia Caubet, si bien no será hasta el año 1995 en que dicha obra ocupará el lugar por el que hoy día todos la conocemos en el emblemático Paseo Marítimo de la ciudad de Palma.
Foto: astrogea.org
También los astrónomos Ángel López y Rafael Pacheco quisieron honrar a este trágico a la vez que hermoso personaje, proponiendo a la Unión Astronómica Internacional el nombre de Nuredduna para el asteroide descubierto por ellos mismos desde L´Observatori Astronòmic de Mallorca en  1997, nombre que fue aceptado precisamente en el momento en que se cumplía un siglo de la obra de Costa i Llobera.


Nuredduna, como ha sucedido con otros personajes, ha calado tanto en nosotros que ha conseguido traspasar la línea que separa la realidad de la ficción, pues hay quien dice que en las noches de verano, cuando el cielo está claro y la luna brilla con más intensidad, puede verse por las cuevas de Artá la figura de una hermosa joven que porta una lira y que, entre canto y canto, otea el horizonte, a la espera sin duda de que, algún día, el mar le traiga de nuevo el amor que una vez vio partir, el amor por el que entregó su vida, el amor que la convirtió en leyenda.

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