Por Josep Maria Osma Bosch
josepdemallorques@gmail.com
El 16 de enero del pasado año, este Blog de MISTERIOS DE LAS BALEARES publicaba mi artículo La cueva sepulcral de Son Caulelles, un autentico estercolero, en el cual exponía el lamentable estado de conservación y protección de esa cavidad funeraria, uno de los monumentos más importantes de la arqueología mallorquina. Aunque a decir verdad, no es el único en esa situación, siendo la lista interminable, hecho que no sucede en los vestigios del pasado que se esperen por las otras islas de las Baleares: bien conservados y fácil de localizar por su señalización. Con el permiso de los lectores de este Blog, iré en sucesivos artículos describiendo, a modo de botón de muestra, algunos de ellos, lo más degradados, y eso que según el Decreto 2563 del 10 de septiembre de 1966, fueron declarados Monumentos-artísticos bajo protección oficial.
Sant Jordi, uno de los varios llogarets (pedanías) que tiene la ciudad de Palma, es una zona rica arqueológicamente hablando, con algunos yacimientos en buen estado de conservación como el conjunto de ocho cuevas artificiales de entrenamiento de planta evolucionad de Son Sunyer y los sepulcros prerromanos excavados en la roca de la possesió ( predio) de Sa Cabana; otros desaparecidos parcialmente como es el caso del gran poblado talayotico de So N' Oms Vell al ser construida en 1969 la segunda pista de aterrizaje del aeropuerto de Son San Joan, pudiéndose salvar el centro ceremonial que fue traslado pieza por pieza junto a la autopista a la altura del desvío al propio aeropuerto; y unos cuantos con un alto nivel de degradación y abandono como los que visitaremos a continuación.
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Navetiforme de Es Rafal |
A dos kilómetros del núcleo urbano santjordier, en la carretera Palma-Manacor ( Ma-15), y a la altura del restaurante, sin ánimo de darle publicidad gratuita en este blog, de Es Control, se encuentra la possesió de Es Rafal; en uno de sus terrenos vallados, junto a un molino desaspado, hallamos un conjunto de tres navetiformes cubiertos de maleza y chatarra. El navetiforme, también llamado naviforme, era una construcción de vivienda, muy similar a las navetas menorquinas que tenían la utilidad era de tipo funerario. Los navetiformes de Es Rafal fueron excavados en 1929 por los historiadores Luis Amorós y Andreu Crespí, sacando a la luz materiales pretalayóticos y romanos: cerámica, morteros, vasos troncocónicos con asa de muñón triangular y decorado con incisiones verticales, y molinillos de mano. Sus accesos, a igual que la mayoría de navetiformes mallorquines, están orientados en dirección Sur. Tienen unas medidas que oscilan entre los 12 metros de largo por unos 3,5 de ancho y 2,10 de grueso; uno de ellos tiene en su entrada un pozo escalonado con tres nichos más largos que anchos, no sabiendo hasta el momento cuáles eran sus funciones.
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Dibujo esquemático de Ca'n Conet |
Entre las primeras casas del llogaret en dirección hacia Son Ferrer y al lado de un transformador eléctrico, en un solar conocido como de Ca'n Conet, se observa unos toques de grandes lojas de lo que fue un navetiforme; en sus cercanías también existían otros vestigios de nuestros prehistóricos antepasados, restos que desaparecieron tras la Guerra Civil de 1936-1939 al aliarse el terreno, a la sazón propiedad de Guillermo Mut Crespi, para uso agrícola. Adjunto un dibujo esquemático de dicho megalítico que he podido copiar del libro El hombre primitivo en Mallorca, escrito en 1941 por el jesuita historiador y arqueólogo Miquel Alcover Sureda, hermano de Mossèn Antoni Maria Alcover Sureda, el recopilador de las Rondaies Mallorquines firmadas bajo el seudónimo de Jordi des Racó.
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Fragmento de muralla talayótica de Ca'n Quitxero (San Jordi) |
Dentro de la población de Sant Jordi, al final de la calle de Ca'n Quitxero, casi haciendo esquina con la del Pintor Gabriel Comas i Roca y el camino que conduce a So N' Oliver, hallaremos en un solar desnivelado y lleno de hierbajos un impresionante fragmento de muralla talayótica, fue descubierta de forma casual durante las obras de un edificio de viviendas. En marzo de 1994, Guillermo Carrió i Català, propietario del solar, donó una porción del mismo de 17 metros de metros de ancho por 25 de profundidad al Ayuntamiento de Palma para la construcción de una plaza pública con la finalidad de preservar el monumento, pero no se llevó a cabo, no sabiendo los motivos. Cerca de ese fragmento de muralla, en la década de los años cuarenta del pasado siglo, un hombre que limpiaba un solar sacó de debajo de la tierra una jarra conteniendo doce monedas, de oro y plata, acuñadas durante el reinado de Jaime II de Mallorca; tras ser entregadas a las autoridades y haberse levantado la correspondiente acta, fueron depositadas en el castillo de Bellver, años después, concretamente en 1961, al crearse el Museo de Mallorca, su primer director las reclamó, pero no aparecieron por ningún lugar de la fortaleza: uno de los innumerables misterios de las Baleares.
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