domingo, 17 de abril de 2011
El malogrado Jaume IV de Mallorques
Por Josep Maria Osma Bosch (josepdemallorques@gmail.com)
Según el Thalamus Parvus, fue el 24 de agosto de 1338, cuando los reyes de Mallorques, Jaume III (1315-1349) y Constança de Aragón i Entansa ( 1318-1346), hija del rey Alfons IV el Benigne de Aragón (1249-1316) y de Teresa de Entensa ( ---1327), vieron alegradas sus vidas con el nacimiento de su segundogénito, el primer varón, que sería bautizado con el nombre de Jaume; ya tenían una hija, Elisabet ( 1337-1403). Ese día, todo el territorio del Reino de Mallorques, y sobretodo en Perpinyà, lugar de la venida al mundo del neonato, fue una autentica jornada festiva, en la que todas las clases sociales celebraban la continuidad sucesoria de la Corona mallorquina. Los propios monarcas, queriendo agradecer las muestras de adhesión, cariño y de porfía que mostraron sus súbditos a sus personas, abrieron algunas zonas privadas de su residencia real, como sus famosos jardines con cientos de especies, y su, o menos conocida, colección de zoología, para que pudieran ser admirados por e que quisiera; además, se organizaron, para continuar con el día lúdico, carreras de caballos, competiciones deportivas y torneos abornados de justas.
El 11 de septiembre de 1338, Jaume, con tan sólo un año de edad, era proclamado, de forma oficial, heredero al trono. Sus primeros años de vida transcurrieron en encastillo-palacio de Perpinyà, donde, bajo la tutela de su tío Pagà (--- 1349), hermanastro de su padre, estudió las materias comunes y se ejercitó en el manejo de las armas y tácticas bélicas, disciplinas que en un futuro, y no muy lejano, empezaría a demostrar su valía, bravura y heroísmo en el campo de batalla.
Los tiempos de paz y de prosperidad que disfrutaba la nación mallorquina desde los tiempos del reinado de Sanç I (1276---1324), llegaban a su fin. En esos días, reinaba en Aragón-Catalunya Pere IV el Ceremoniós (1319-1387), también llamado el del Punyalet, en castellano el del Puñalito, debido a un pequeño puñal que solía ceñirse a su cintura, quien recobró la ancestral pretensión de unir el reino mallorquín con el suyo; el aragonés se amparaba en el testamento de Jaume I el Conqueridor (1208---1276) por el cual tipificaba que mientras las dinastía tuviera línea sucesoria masculina serían los legítimos herederos a la Corona, en caso contrario, los derechos dinásticos pasarían a Aragón. Ya en otras ocasiones, sus antecesores lo habían realizado por la fuerza de las armas. En 1286, Alfons III el Lliberal invadió las Islas Baleares, las cuales, trece años después, su hermano y heredero, el futuro Jaume II el Just (1261-1327), y a instancias del papa Bonifacio VIII, las devuelve a su pariente Jaume II de Mallorques (1243-1311).
Al fallecer el rey Sanç I sin descendencia directa, en vida nombró sucesor a su sobrino Jaume, el futuro III de Mallorques, hijo del infante Ferran (1278-1316) y de Elisabet de Sabrán (1297--- 1315), pero el Just de Aragón reivindico sus derechos a la Corona mallorquina. Por minoría de edad del joven rey asumió la regencia del reino su tío Felip (1288-1337), abad del San Martín de Tours, en Francia. Al año siguiente, el monarca aragonés ordenó a su hijo, el príncipe Alfons la ocupación de los territorios de ultramar y continentales del Reino de Mallorques; pero, de nuevo, por intersección de la Santa Sede, esta vez por Juan XXII ( 1249-1334), los retorna renunciando al Trono , acordando el contrato matrimonial del soberano mallorquín y con la nieta de Jaume II de Aragón, Constança, ambos párvulos de diez años de edad; Jaume III, mediante esta unión pasaba a rendir vasallaje anualmente a la Corona de Aragón.
El 27 de febrero de 1342, Pere IV de Aragón citaba judicialmente a Jaume III de Mallorques para que en el plazo de 26 días se presentase delante de su persona en la corte real de Barcelona par responder a los delitos que se le imputaban de acuñación falsa de moneda barcelonesa y circulación de la misma por el Rosselló. El mallorquín, llegado el día de la comparecencia, no se presentó; pero si lo hizo el 23 de julio, y acompañado de su esposa y de sus dos hijos, Jaume y Elisabet, alojándose en el convento de San Francisco. Jaume III ordenó construir un puente cubierto de madera que comunicaba su galera con el cenobio. Tras la entrevista entre los dos reyes, ambos cuñados, el de Aragón, sabiendo la indisponibilidad de su hermana, quiso visitarla en el convento; pero, un fraile predicador le advirtió que todo era un complot para secuestrarlo y trasladarlo al castillo de Alaró, en Mallorca. Sin Perder tiempo, Pere encargó aun familiar suyo raptar a su hermana Contança y a sus dos sobrinos. El soberano de Mallorques, ante la negativa de su cuñado de devolver a su familia, partió hacía sus dominios. El 5 de junio de 1345, los dos infantes fueron puestos en libertad y protegidos por el papado en la sede de Avignon; por su parte, la reina, poco después de recobrar la libertad en 1346, fallece en Montpellier.
Entre 1343 y 1344, Pere IV se apoderó de las Baleares y del Rosselló. Jaume III, con la dote de 15.000 florines de oro de la dote de su segunda esposa, Violant de Vilaragut (1320-1377), con la que se casó en 1347, y con los 120.000 talentos de oro obtenidos por la venta de la ciudad de Montpellier a Felipe de Valois (1243---1350), reclutó a un notable ejército y armada naval con la intención de recuperar su reino usurpado.
El domingo, 25 de octubre de 1349, Jaume III, habiendo desembarcado con sus tropas unas semanas antes en las costas de Pollença, en el nordeste de Mallorca, y avanzar por el interior de la isla, sin hallar apoyo popular a su causa, y teniendo alguna escaramuza con las armas aragonesas, el grueso de los dos ejércitos entablan una gran batalla en la planicie de Galdent, a poca distancia de la localidad de Llucmajor, en el levante mallorquín. Amedio día, el monarca mallorquín, tras ver morir asaetado a su portaestandarte real y a la vez hermano natural, Pagà, y sentirse orgullos de su hijo, el infante Jaume, que con once años de edad, espada en mano, y herido gravemente en su rostro, luchaba como uno más contra las huestes de su tío, es derribado de su caballo y al caer a tierra era degollado por un almogávar catalán.
Una vez capituladas las fuerzas mallorquinas a Gilabert de Centelles, gobernador general de Mallorca, éste, por mandato personal de Pere IV, privó de libertad a la reina viuda, a la infanta Elisabet y a su servidumbre en el castillo de Bellver; el príncipe Jaume fue trasladado a la fortaleza de Xàtiva, en València. Tiempo después, el monarca aragonés, no contento con el trato benevolente que por parte del alcaide del castillo, Pere de Vilanova, daba a su sobrino, ordenó que fuera recluido en el Castell Nou de la Ciudad Condal, y que fuera encerrado por las noches dentro de una jaula de hiero sin poder ser visitado por nadie; únicamente, y con seguridad mediante soborno, recibía libros procedentes del fraile dominicano y maestro de teología Antoni Ginebreda.
Durante la vida carcelaria e infrahumana que padeció el infante mallorquín, muchas fueron las peticiones de clemencia dirigidas al rey Pere IV, en las que destacaron las reiteradas hechas por el pontificado, pero el aragonés hizo caso oídos sordos a todas ellas. El Ceremoniós exigía a su sobrino, a cambio de su libertad, que renunciase a su favor los derechos hereditarios de la Corona mallorquina, por supuesto, Jaume se negó al trato propuesto por su tío.
En la noche del 1 al de mayo de 1362, un grupo de partidarios de la Casa Real de Mallorca, al mando de Jaume de Sant Climent, chantre de la catedral de Barcelona, y que por ser administrador de los bienes del príncipe prisionero tenía acceso libre a la fortaleza-prisión, tras sobornar a la guardia principal, y con llaves falsas, accedieron a la celda donde se hallaba Jaume y tras asesinar al carcelero, Nicolau Rovira, lo liberaron, el cual, vestido de campesino, pudo llegar al puerto barcelonés y embarcar en un navío con rumbo a Nápoles. Pere IV, que en ese momento se hallaba ausente de la Ciudad Condal, sólo saber la noticia de la evasión de su sobrino, dispuso en estado de alerta a sus tropas en el Rosselló, y ordenó al gobernador general de Mallorca, Bernat de Tous, controlar los movimientos en el puerto de la capital isleña, y acentuar las vigilancias en el litoral, ya que llegaron rumores a su oído, resultaron falsos, que el mallorquín huido iba a bordo de una galera de pabellón de Castilla que navegaba por esas aguas.
Un año después de su rocambolesca y organiza evasión de Barcelona, nuestro personaje, concretamente, el 31 de mayo, contrae matrimonio con la reina Juana I de Nápoles ( 1326-1382), doce años mayor que él, sobrino suya, hija de su primo Carlos de Nápoles (---) y doble viuda, de Andrés I de Hungría (1327-1345) y de Luis de Tarento ( 1320-1362); la soberna había hecho caso omiso al papa Urbano IV( 1310-1370) que le aconsejaba que el mejor partido para ella y su nación era el poderoso, influyente y rico príncipe Felipe, duque de Borgoña e hijo del rey de Francia. El mallorquín, con ese contrato matrimonial, no sería considerado rey de los napolitanos, simplemente consorte, ni recibiría sus honores, en cambio, se le otorgó el título de duque de Calabria.
Transcurridos cuatro años de vida palatina, donde no faltaron recepciones y saraos, Jaume, buscando apoyo para reconquistar su reino, en Burdeos se alía con Eduardo, príncipe de Gales y Woodstock, conocido como el Príncipe Negro ( 1330-1376) por el color de su armadura, hijo de Eduardo III de Inglaterra ( 1312-1377), y apadrinando al futuro Ricardo II de Inglaterra (1367-1400 ); los ingleses eran coligados del rey Pedro I el Cruel de Castilla (1350-1364) en la guerra civil que mantenía contra su hermano bastardo, Enrique de Trastámara (1334-1379), y el reino de Aragón.
Durante la contienda, el infante mallorquín mandaba la retaguardia de ese ejército, formada por unos 10.000 hombres, tanto a caballo como a pie. En todas las luchas que participó demostró su denuedo ante el enemigo, pero, donde destacó más que en esas otras, fue el 3 de abril de 1367, en la batalla de Nájera, donde contribuyó a la derrota del pretendiente Trastámara. El ejército anglo-castellano siguió su avanzada triunfal por tierras de Castilla, conquistando importantes plazas como Burgos y Valladolid. En ese momento, los ingleses, al haber cumplido su parte del trato, se prepararon para regresar a su lugar de origen, Burdeos. Antes de las partida, Eduardo de Gales invitó al nuestro aguerrido príncipe unírsele, pero el mallorquín, enfermo y cansado de tanta campaña bélica, prefirió quedarse en la ciudad vallisoletana.
Transcurridos unas semanas, la situación había cambiado totalmente. Enrique de Trastámara, tras ser derrotado en Nájera, estando exilado en Francia, entraba de nuevo en Castilla por Aragón y reconquistó gran parte del territorio. Una vez en Valladolid, hizo prisionero a Jaume, a quien trataba de “Rey de Mallorques”. Nuestro convaleciente héroe le rogó a Trastámara que no lo entregase a su tío, Pere IV de Aragón, petición que vio cumplida pero fue recluido en el castillo de Curiel de Duero, a poca distancia de la capital del Pisuerga. Pasado el tiempo, fue liberado tras ser abonado un alto precio de rescate por Luis d´Anjou (1339---1384), hijo el rey Carlos V de Francia (1338--- 1380).
Tras verse en libertad, Jaume, en vez de acudir junto a su esposa en Nápoles, fue a acogido por su parientes los condes de Foix, y posteriormente a Montpeller y a Omelades donde es recibido por su hermana, entonces viuda de Juan Paleólogo, marques de Montferrato (1338---1372), y finalmente pasa a residir en Avignon, donde bajo la protección del papa Gregorio XII (1326-1417) empieza a tejer hilo para una confrontación bélica contra su tío.
En 1374, estando en Narbona, con la ayuda de su hermana, de Luis d´Anjou y de su antiguo captor, y ya rey de Castilla, Enrique de Trastámara, logra reunir un ejército de 6.000 mercenarios franceses, gascones, teutones y bretones. Jaume de Mallorques, al frente de esa variopinta tropa y con el pendón real de Mallorques, el que creó su tío-abuelo, el rey Sanç I el 14 de diciembre de 1312, y con la inestimable compañía de su hermana Elisabet, cruza por varios territorios que pertenecieron a su padre, consiguiendo innumerables ayudas y adhesiones de la población. Días después, tras descansar en la abadía de Sant Martí del Canigó, entra en Catalunya por la Seu d´Urgell, y practicando una táctica de guerrillas, logra llegar cerca de Barcelona. Pero, el invierno se acercaba y decidió pasarlo en tierras de castellanas, concretamente en la ciudad de Soria, donde es acogido en la casa de Ferran, acerdiano de esa localidad.
El 16 de febrero de 1375, hallándose enfermo nuestro príncipe de altas fiebres, dictó testamento, por el cual legaba a su hermana, que esos momentos finales de su malograda vida permanecía día y noche a su lado, los derechos hereditarios de la Corona mallorquina. Medio año después, Elisabet, siendo titulada Regina Majoricarum, a cambio de l castillo de Lavour, en Francia, y la suma de 120.000 florines de oro, cede esos derechos a Luis d´Anjou, personaje que siempre había anhelado tener su propio reino. También, en sus últimas voluntades, Jaume de Mallorques, una copia de ese documento se halla depositado en el Archive National de Francia, disponía, que tras su fallecimiento, ocurrido días después, ser enterrado en la nave central de la iglesia conventual de los frailes menor franciscanos de Soria; en 1618, un incendio dejó en ruinas el cenobio seráfico, perdiéndose la pista de sus restos mortales, en caso de ser halladas, y en proyecto está su búsqueda, deberían ser enterrados, con honores de Jefe de Estado, en la capilla real de la Trinitat de la catedral de Mallorca, donde descansan eternamente dos reyes mallorquines: Jaume II, su bisabuelo y Jaume III, su padre.
JACOBUS IV REX MAJORICARUM ANIMA EORUM REQUIESCAT IN PACE. AMEN
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excelent entrada,enhorabona¡
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